
Lo dejo cuando quiera. Y ahí empieza todo. Es la primera piedra de la gran construcción de la espiral del autoengaño que fabrica el adicto a su alrededor. La torre en la que buscará el parapeto para defenderse de la mirada ajena y la autocrítica a su dependencia.
Pero, ¿hablamos de mentira o de autoengaño? En realidad, son dos términos distintos. A través de la mentira distorsionamos la realidad conscientemente, de forma voluntaria. El autoengaño es otro cantar. Es distinto a la mentira. Un recurso del cerebro para justificar lo injustificable.
El peligro de las drogas y la imagen de las persona con adicción a alguna sustancia son aspectos sobradamente conocidos, incluso por el adicto. De ahí que la maquinaria deba ponerse en marcha. Empiezan las justificaciones porque se ha perdido el control.
Por algo se le llama a la adicción la enfermedad del autoengaño. Es una nueva espiral. La adicción y la mentira se dan la mano consiguiendo un efecto demoledor. Se necesita el consumo y se necesita la mentira para minimizar la angustia de la adicción.
Los clásicos del autoengaño en la adicción
¿Te suenan las expresiones? No estoy enganchado. No soy adicto, solo consumo cuando me apetece. Una raya no es ser drogadicto. Todo el mundo fuma porros. Un porro no es consumir drogas.
Y las más importantes, las que se conjugan una y otra vez de generación en generación. Las memorables. Lo dejo cuando quiera. Yo controlo.
Todas y cada una de ellas son excusas, justificaciones, expresiones de autoengaño que evitan reconocer el problema: la adicción.
La mixtificación intrínseca
Dentro del autoengaño, hay un nivel superior que va más allá de las relaciones cercanas de la persona adicta. Es extrapolable a la totalidad de su día a día y se incluye en la vida cotidiana. El adicto mixtificado utiliza el engaño para sí y para el otro. Da la respuesta cómoda que no pone en una situación violenta a ninguna de las partes.
Y eso supone ir más allá del propio autoengaño e incluso de la mentira. Es una conjugación de recursos que lo convierte en enfermo de la mentira, en un personaje con una patología enquistada que oculta cualquier percepción del problema.
La base del trastorno adictivo
El autoengaño es el pilar de la adicción. Existe una dependencia emocional que busca eclipsar cualquier conciencia de la adicción que pueda suponer enfrentarse a la realidad y adoptar una solución.
El adicto se acostumbra a “adaptarse al medio”, a mentir como respuesta para justificar algo que entiende que es un comportamiento moral y socialmente cuestionable. Y, a través del autoengaño, justifica su consumo e incluso una posible recaída que es incapaz de abordar o para la que siente no tener suficiente fortaleza.
Pero, ¿cree el adicto su propia mentira? ¿Existe en realidad autoengaño o es una pantomima para mentir sobre su adicción?
El problema de la adicción es que a mayor prevalencia en el tiempo, más fomenta el autoengaño. Y cuanto más perdura este, más arraigada está la mentira para sí y para los demás.
El adicto que se autoengaña lo hace creyendo verdaderamente lo que dice. No es una farsa. Él o ella es su principal víctima. No niega la adicción para engañar a un familiar, a un amigo. La niega porque no se siente adicto. Porque cree que controla. Porque siente que no hay una sumisión a la dependencia, sino que hace lo que le place.
Los engaños, las mentiras y los autoengaños, en este caso, son patrones comunes tanto en personas codependientes en relaciones tóxicas o víctimas de malos tratos como en consumidores de sustancias. El patrón es similar:
- Creen erróneamente y a pies juntillas que controlan la situación.
- Culpan a los familiares y amigos de ser quienes piensan que tienen problemas que en realidad no existen.
- No asocian el perfil de consumidor y drogadicto estereotipado socialmente con su consumo de drogas o alcohol.
- Creen que pueden hacer un consumo racional y controlado si quieren.
- Afirman poder dejarlo cuando quieran y sin ayuda.
- El consumo está justificado por el estrés, el aumento de cargas laborales y familiares o problemas físicos.
- Manifiestan que es sencillo dejar ese consumo porque no es una adicción.
- Alude al consumo de esas mismas sustancias por un gran volumen poblacional, lo que alejaría este concepto de un consumo de drogas como tal.
- Muchos adictos se sienten emocional y físicamente incapaces de dejarlo, por lo que no buscan ese primer paso de salida creyendo la imposibilidad del proceso.
- El balance pérdidas-ganancias que supone dejar el consumo se decanta peligrosamente a la única percepción de la pérdida.
- Existe un miedo irracional a no ser capaz de afrontar la negatividad y los sentimientos derivados del abandono del consumo.
- Las drogas son estrategias que ayudan a afrontar los problemas.
La conjunción de todos estos factores generan un enquistamiento en el que el autoengaño es un caldo de cultivo para la percepción distorsionada y sesgada de la realidad. Es parte de la esfera humana. Una respuesta natural y esperable.
La sutilidad de la mentira del adicto
El autoengaño constituye una estrategia de supervivencia cuando el nivel de coherencia anula el regulador natural crítico que tenemos como seres humanos y que nos hace evaluar nuestras conductas.
Es aquí que diferenciamos entre la mentira con un fin de engañar y la elaboración de esa cortina de humo como respuesta automática para salir de la situación. Respuesta que se va convirtiendo en rutina. Y las costumbres, como sabemos, hacen leyes.
El autoengaño, así, viene a ser la cobertura psicológica bajo la que se parapeta el adicto. Y esa barrera de defensa no se puede destruir desde dentro.
El adicto carece de habilidades toda vez que está desamparado por su propio consumo. Se necesita recurrir a la ayuda psicosocial para la adquisición de habilidades, estrategias y competencias que permitan desentrañar esas mentiras y salir del bucle del consumo y el engaño.
Ayuda profesional integral
La adicción y el autoengaño van de la mano e impiden ver lo que a todas luces es una realidad indiscutible: la gravedad de la adicción. Para superar ese espejismo es necesario contar con la ayuda de profesionales preparados para dar la mano al adicto y ayudarle a desprenderse de esas losas.
Cuestionar nuestros propios autoengaños es un paso difícil, pero no imposible. Y abre la puerta a un proceso de desintoxicación de las adicciones que permitirán discernir con mayor claridad esas flagrantes mentiras que antes parecían una verdad incuestionable.
En Centro Elphis disponemos de personal cualificado para orientar diferentes programas de carácter ambulatorio con el fin de superar la conducta adictiva asumiendo el autoengaño como una barrera que dificulta alcanzar los objetivos.
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