
Hoy no queremos ser nosotros los que hablemos sobre la coadicción. Queremos que te detengas y leas con atención lo que Alicia ha querido escribir para vosotros.
“Soy Alicia, tengo 35 años, mi marido es adicto y yo he experimentado el amargo sabor de la coadicción.
No sabes ni cómo ni por qué un día llegas hasta ahí, tu vida se convierte en un continuo sentimiento que oscila entre el miedo y la frustración. Vives por y para él, cada uno de tus actos, de tus pensamientos y de tus palabras, nacen medidos al detalle y con la única intención de evitar lo que más tarde te das cuenta de que NO PUEDES EVITAR.
Paradójicamente te conviertes en ADICTA al ADICTO.
Poco a poco y sin apenas darte cuenta, vas dejando de lado tu vida, tus propios intereses, tus metas y tus aficiones.Todo pasa a un segundo plano y te centras única y exclusivamente en él y su enfermedad. De este modo adaptas tu vida con la firme convicción de que así evitarás una nueva caída.
Comienzas por tolerar conductas que jamás hubieras tolerado a nadie; continúas accediendo a sus pretensiones aún sabiendo que no le favorecen; le sobreproteges para evitar su sufrimiento anteponiendo el tuyo propio y por más daño que te haga eres incapaz de abandonarlo a su suerte. Sin darte cuenta vas invalidándolo cada vez más como una persona capaz de tomar las riendas de su vida y reforzando así su conducta autodestructiva.
El tiempo pasa, y el peor de tus fantasmas aparece en escena ¡lo ha vuelto a hacer!, no está, no sabes nada de él, las horas pasan, tú desesperas, sabes que está consumiendo… Lo buscas incesante con la única intención de que no le pase nada, solo quieres cuidarlo y protegerlo. Es entonces cuando el miedo con el que vivías hasta ahora torna en frustración, nada de lo que has hecho ha servido. Te sientes culpable, crees que si no le hubieras dicho aquello que tanto le molestó o si no hubieras actuado de tal forma con él, esto no estaría pasando. Pero créeme, no es así, TÚ NO TIENES LA CULPA, ni siquiera él la tiene, no se trata de culpa sino de responsabilidad y en este caso es únicamente suya. Todos nuestros actos tienen consecuencias y ahora es a él al que le toca asumirlas. Quizá ya estés pensando en cómo solucionar la que ha liado… (en el trabajo, con la familia, con el dinero…) pero NO DEBES HACERLO, si le proteges o intentas que eluda su responsabilidad, estarás alimentando de nuevo al monstruo de su enfermedad.
Llegó un día en el que no podía más, mi vida con él o sin él YA NO TENÍA SENTIDO. En un momento de lucidez mi dije a mí misma: ¿Realmente vas a permitir que su enfermedad os arrastre a los dos y privarte de una vida de felicidad? Fue el momento en el que decidí, PEDIR AYUDA.
Empecé a asistir a terapia semanalmente y fue entonces cuando entendí que bajo una autoestima hecha trizas, había llegado a la coadicción. No fue un momento fácil, no os voy a engañar, de nuevo volví a sentirme culpable, esta vez porque pensaba que era débil y no había tenido la fortaleza moral de adaptarme de una forma “funcional” a lo que estaba viviendo. La realidad es que no, no era culpable, simplemente no contaba con los cimientos necesarios para haberlo hecho de otra forma.
De este modo comenzó mi cambio, mi camino de crecimiento personal en el que aprendí que no ostento el control sobre la conducta de nadie, que si lo quiere hacer lo hará independientemente de que mi razón quiera hacerme creer lo contrario y sobre todo, que tengo un motivo muy fuerte por el que luchar: MI FELICIDAD. Poco a poco abandoné mi conducta autocompasiva; aprendí a vivir mi propia vida y no la del adicto; a establecer límites independientemente de las consecuencias; a dejar de asumir el control y la responsabilidad de todo, ayudándole a madurar y hacerse cargo de sí mismo; a prestar ayuda desde el propio yo; a no caer en la constante manipulación del enfermo y sobre todo y lo más importante, a decidir DÓNDE Y CÓMO quería estar.
Ahora, pasado el tiempo y tras el tratamiento por el que ambos pasamos, puedo decir que el miedo y el sufrimiento constantes quedaron atrás. La vida no es siempre como la deseamos pero que a pesar de las circunstancias, cada día DECIDO ser FELIZ. La posibilidad de cambiar existe y SOLO TÚ TIENES LA LLAVE.
Te animo a que si te sienes identificado leyendo estas líneas, PIDAS AYUDA como yo lo hice. No sientas vergüenza, no tienes de qué avergonzarte, recuerda QUE NO ERES CULPABLE, tan solo RESPONSABLE de TU PROPIA VIDA.”
El tratamiento de la adicción no solo engloba al adicto, también a su círculo más cercano, SUS FAMILIAS, personas que sufren los daños colaterales de la enfermedad y que en muchos casos llegan a la coadicción, por eso en Centro Elphis creemos que es fundamental que tanto el adicto como sus familias reciban ayuda profesional.