
Imagina que te diagnostican una leucoplasia sublingual. De entrada, acudirías a un especialista para atajar su evolución y someterte al tratamiento correspondiente.
Ahora imagina que tienes una adicción a la cocaína. ¿Acudirías a un centro especializado en tratamiento de adicciones para someterte a la terapia adecuada?
La respuesta desgraciadamente en muchos casos es no. Aunque ambas son enfermedades, la respuesta a la evidencia de cada una es distinta. Tanto, que en la mayoría de los casos que hace aparición la enfermedad de la adicción, los dependientes siempre plantean excusas para no empezar un tratamiento de adicciones.
¿Por qué ponemos excusas?
No es por capricho. Los dependientes utilizan excusas para no empezar un tratamiento de adicción porque su hábito está generado por un problema de salud mental.
La dependencia al alcohol, actividades dañinas como las apuestas o el juego, así como el hábito de consumo a sustancias como el cannabis o la cocaína genera una afectación cerebral que incide sobre el control de impulsos, la voluntad y el raciocinio.
El autoengaño como síntoma de la enfermedad
La sintomatología asociada a las adicciones está configurada por cuatro evidencias: la pérdida de control, la negación, la minimización y la justificación.
En esa sintomatología entran a jugar un papel fundamental las excusas, tanto para los demás como para sí. Por eso las adicciones se conocen como las enfermedades de autoengaño.
Excusas para no empezar el tratamiento de adicciones
Hay cientos, miles de excusas que una persona adicta puede llegar a elaborar para no dar comienzo a un tratamiento de adicciones.
En sí, forman parte de la enfermedad de la adicción. Da igual cuál sea el problema. Ya sea la dependencia al alcohol, los psicotrópicos, la adicción al juego, el sexo o la comida, las excusas van a ser las mismas.
Las excusas para no empezar un tratamiento de adicciones o para no ingresar en un centro de desintoxicación en Madrid son infinitas, pero hay algunas que acostumbran a ser las más utilizadas:
Yo controlo
Es una de las características comunes de todas las personas adictas. La falsa seguridad de control sobre el consumo es uno de los motivos para no asimilar el problema.
Estadios con un menor consumo o incluso la inexistencia del mismo durante un tiempo hacen pensar a la persona dependiente que puede elegir en qué momento volver al hábito y en qué momento dejarlo.
Por otro lado, puede haber un cambio en cuanto a la sustancia que se consume que haga pensar que no hay un problema concreto sobre la dependencia a una sustancia en concreto.
Por ejemplo, consumidores de excitantes que caen en una ingesta excesiva de alcohol y creen que tienen dominado el consumo y por ende tiene control sobre la adicción que padecen.
Los efectos de las adicciones generan una sensación de falso bienestar que les hace creer que no hay ningún problema con eso y que son capaces de dejarlo en el momento en que quieran.
El problema surge cuando aparecen etapas complicadas, como el síndrome de abstinencia, y el sufrimiento plantea un problema, regresando a la adicción para recuperar el sentimiento de bienestar. A esta determinación de ser capaces de dejar el hábito si se desea se suma la excusa de que le ayuda a sentirse bien. ¿Por qué dejar algo que genera una sensación de bienestar plena?
Los demás también lo hacen
Esta es una de las excusas más manidas entre jóvenes, así como en personas que presentan una adicción a sustancias o conductas aprobados en la sociedad, como el juego, la ingesta de alcohol o incluso el cannabis.
Triangular responsabilidades alegando acciones idénticas en su grupo de pares o en el entorno cercano es una de las excusas para no empezar un tratamiento de adicciones más habituales.
No es para tanto
La adicción no es considerada un problema. Y menos cuando es al juego, al sexo o a sustancias socialmente permitidas, como el alcohol. Esta visión edulcorada de la adicción atiende a la aparente normalidad en la vida diaria de la persona que la sufre.
Inicialmente, aunque el consumo sea ya un hecho probado, es posible seguir haciendo una vida normal. Esta falsa normalidad permite no ver el malestar, la dependencia y la gravedad de la adicción.
No hago daño a nadie
A esta percepción errónea de la gravedad de la adicción hay que sumarle el convencimiento de que la conducta no afecta a terceros. De forma generalizada, el perjuicio del consumo adictivo se asocia a situaciones críticas a nivel familiar, perceptibles por el círculo más cercano y extremadamente graves.
La evolución de la propia adicción permite a la persona adicta normalizar e integrar el consumo en su día a día, adaptándose a ella y valorando que sus acciones no perjudican a los demás, ya que no interfieren en su vida.
No soy capaz de vivir sin eso
Creer que no pueden cambiar sus hábitos y abandonar la adicción es una de las excusas para no empezar un tratamiento de adicciones más frecuente en personas cuyo consumo ha venido transcurriendo durante un largo período de tiempo.
El mantenimiento en el tiempo de la adicción provoca que las personas adictas no conciban un cambio posible.
Los intentos infructuosos por abandonar el consumo por cuenta propia o a través de procedimientos o medios inadecuados no ayuda a cambiar esta percepción.
No tengo tiempo
Existe cierta reticencia relacionada con el tiempo que se considera que se debe invertir en un tratamiento de adicciones. La manifestación de carecer de tiempo libre está basada en el desconocimiento del funcionamiento de las terapias de desintoxicación.
Al mismo tiempo, refugiarse en una agenda apretada, el exceso de trabajo o la obligación de atender el cuidado de menores son, de nuevo, excusas para no empezar un tratamiento de adicciones.
No tengo dinero para hacer el tratamiento
De nuevo una excusa sin fundamento. La persona adicta no duda en invertir su dinero en el consumo que le satisface. Incluso recurre a peticiones económicas a familiares y amigos, además de solicitar préstamos bancarios o utilizar tarjetas de crédito o pagos aplazados para dar cobertura a su adicción.
La falta de acceso a recursos económicos puede incluso dar lugar a robos, tanto de dinero como de objetos de valor para obtener beneficios con los que seguir cubriendo la adicción.
Esa capacidad para buscar salidas económicas para el consumo no es compartida para participar de un tratamiento de adicciones, así que no es sino otro alegato carente de peso para evitar iniciar la terapia.
Otras excusas para no empezar un tratamiento de adicciones
Conocer las excusas más frecuentes que utiliza una persona adicta para evitar iniciar la terapia de tratamiento puede ayudar a visibilizar mejor el problema y poner la primera piedra para iniciar la recuperación.
Tomar conciencia plena del problema real ayuda a la persona con adicciones y a su entorno familiar y social próximo, de ahí la importancia de conocer las excusas para no empezar un tratamiento de adicciones más frecuentes.
Pero no solo las más habituales son las únicas. Hay muchísimas más.
La persona adicta utilizará como alegato la necesidad de consumir para poder superar su día a día y su dependencia de ese consumo para evitar otro tipo de problemas.
Además, consideran que no dan el perfil de adicto o adicta, incurriendo en estereotipos prefijados de cómo debe ser la persona con adicción.
Centro de desintoxicación en Madrid
Elphis es un centro de tratamiento de adicciones en Madrid en el que las personas adictas, familiares y el entorno social y laboral de las mismas pueden orientarse sobre las pautas a seguir para empezar un tratamiento de adicciones.
En el centro de desintoxicación en Madrid Elphis, ofrecemos asesoramiento y acompañamiento para comprender la normalidad de esas excusas como una respuesta al problema y la necesidad de poner fin al autoengaño.